Traducción de Regina López Muñoz
Errata Naturae Editores
164 páginas
Voy a empezar por decir que este libro nos llegó, como algunos otros de los que tenemos pendientes de reseñar, gracias a Bookish. ¿Que qué es Bookish? Una interesante iniciativa para los amantes de los libros, a través de la cual por un módico precio mensual (no más de lo que podrías gastar en un libro normal y corriente), te llega una lectura sorpresa cada mes, junto con una preciosa caja, recomendaciones para leerlo, curiosidades sobre el autor o la autora, datos de interés del libro en cuestión, y siempre algún que otro detalle como una bolsita de té, algunas hojas de un cuento inédito... vamos, una joya. Y la ilusión de abrir la caja cada vez que llega, como si volviésemos a ser niñas en el día de nuestro cumpleaños... vamos, por ese solo momento, ¡ya vale la pena!
Dicho esto, quiero aclarar que Felicidad, justamente, no ha sido una de mis lecturas favoritas. No conocía a la autora, Mary Lavin, y la verdad es que, por ahora, no planeo buscar más obras suyas. Este libro en concreto se compone de cinco cuentos, y Bookish recomendaba leerlos en orden inverso al que están presentados, ya que según ellos el mejor es el primero (aunque debo confesar que yo no lo hice, y que tampoco creo que el mejor sea justamente ese mismo).
Lo que me ha provocado a mí Lavin han sido recuerdos de lecturas anteriores, con las que he encontrado similitudes. Y seguramente eso me ha llevado a hacer comparaciones, que a menudo pueden ser odiosas. Para empezar, los cuentos de este volumen me han recordado, en parte, a los del celebradísimo Manual para mujeres de limpieza de Lucía Berlín, aunque no tan sórdidos, y a la vez con menos verdad en ellos. También, me veo en la obligación de decir, que puede ser que sus personajes, profundamente irlandeses, me sean más lejanos que los de Berlín.
Por otro lado, Felicidad también me ha llevado a mis años de estudiante, concretamente a una clase de literatura en donde hablamos de la teoría del Iceberg de Ernest Hemingway. Dicha teoría, que en mi caso analizamos con bastante ayuda del profesor a través del maravilloso relato "Colinas como Elefantes Blancos", defiende que la información fundamental de un relato no debe mostrársele directamente al lector, sino que debe permanecer omitida. De esta forma, Hemingway escribía su relato entero, y llegaba a eliminar hasta el 80% de él, de forma que el lector tiene que hacer un trabajo al leer para acabar de entender qué es lo que está sucediendo.
En el libro de Lavin, pues, a pesar de que en cada cuento hay un conflicto central, he tenido la constante sensación de que los detalles más importantes de las relaciones entre los personajes son ocultados intencionadamente al lector. Se alude, casualmente, a un hecho trágico del pasado, se menciona alguna afinidad turbia, o se deja intuir que hay algo más con unos puntos suspensivos, y a partir de ahí, el lector debe hacer el arduo (pero satisfactorio) trabajo de desentrañar el misterio en cada historia.
A su favor, creo que es un libro que necesitaba mucho más esfuerzo y atención de los que yo he estado dispuesta a entregarle, y por lo tanto es culpa mía que no haya cumplido con las expectativas. Quizás le dé otra oportunidad más adelante, pero por ahora solo puedo decir que me alegro de haberlo acabado.
¡Así de mona es la presentación de las cajitas sorpresas de Bookish!
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