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Boulder, la soledad de una roca

El Club Editor

160 páginas

"El rumb mata el viatge, i si la vida ha de ser una història només en pot ser una de dolenta. ¿Què em pensava que feia, deixant-ho tot i acceptant una vida de tres mesos a l'extrem del món?"

¿Y si un día lo dejo todo atrás y empiezo una vida nueva, diferente, alejada de todo lo que se supone que debería hacer o ser? Esto con lo que (casi) todos hemos fantaseado alguna vez es lo que la protagonista de Boulder se atreve a hacer surcando los océanos como cocinera de un barco mercante en el que, por cierto, es la única mujer. La libertad que esto le ofrece es precisamente lo que más feliz hace a esta protagonista solitaria e independiente.


Podríamos decir que si os gustó Permafrost (Permagel en el original catalán), Boulder os entusiasmará y, me atrevería decir que aunque no os gustara el primer libro, quizás con este consigáis enamoraros de la literatura de Eva Baltasar. Pocas veces se da eso de que lectores y críticos se pongan de acuerdo, y aún menos veces sucede que un libro que no tenga ningún ingrediente de best seller (ni enamoramientos juveniles, ni vampiros traslúcidos, ni sometimientos sexuales; aunque vale, algo de sexo hay) sea todo un éxito de ventas.


Boulder, publicado en catalán, el idioma original, por Club Editor (una de las editoriales de las que compraría a ciegas cualquier cosa) y en castellano por Random House, es la segunda parte de una trilogía en la que cada obra poco tiene en común con las otras de no ser porque la protagonista es una mujer que se debate entre su anhelada libertad y las convenciones sociales. Como mínimo, así es en las dos primeras novelas.


En menos de 150 páginas, acompañamos a Boulder -así la llama la mujer de la que se enamora-, en sus debates internos y a su viaje desde la libertad de ese barco mercante en el que es la dueña absoluta de la cocina y de su vida hasta Reikiavik donde le espera una vida bastante más estable y convencional. Y es que todo se trunca cuando conoce a Samsa, una mujer por la que siente una atracción ineludible y a la que seguirá hasta Islandia renunciando a muchos de sus principios y cediendo en demasiadas cosas hasta llegar a una muy poco deseada maternidad.


Como ya pasaba en Permagel, no cabe duda de que cuando se trata de Eva Baltasar el "cómo" es mucho más importante que el "qué" o, lo que es lo mismo, la forma está por encima del contenido. Para los que nos gusta subrayar, este libro tiene un gran inconveniente: lo quieres remarcar todo porque es pura poesía. Lo cual no significa en absoluto que sea lírico. Es crudo y directo y, por eso, tremendamente bello.


Tuve la suerte de coincidir con la autora en un club de lectura en el que comentábamos Permagel y escucharla es una delicia, pues tiene la virtud de decir las cosas de manera sencilla y natural, “tal com raja”, que diríamos en catalán, pero con una voz delicada y cálida. Y mucho de eso se halla en su literatura en la que nunca sobra ni falta una frase, y en la que, pongo la mano en el fuego, ninguna sílaba es casual.


En fin, que sí, que Boulder vale mucho la pena y que cuando salga a la venta Mamut, la tercera parte de esta singular trilogía, allí que iré corriendo para hacerme con él. Ojalá que nos queden muchas cosas por leer de Baltasar -sea novela o poesía- porque a juzgar por sus dos primeras novelas tiene mucho que contar. Y cómo lo cuenta…

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